Hay muchas maneras de pintar las paredes de una casa, y sobre todo hay muchas razones para hacerlo. Dejando de lado las razones (no quiero ponerme autobiográfico), expongo brevemente mi sistema: prefiero pintar solo, desde temprano, durante las vacaciones, con un rodillo, aplicando una capa de blanco tras otra hasta que me duela el brazo; entonces cambio de brazo un rato, hasta que me duele también el zurdo.
Cuando rompe el mediodía abro una cerveza y sigo pintando.
Mientras pinto de blanco las paredes de una casa no puedo evitar pensar que estoy aplicando liquid paper sobre un texto que ya no necesito seguir leyendo –que no quiero volver a leer nunca– para escribir algo nuevo encima.
Esta actividad, decididamente introspectiva, es una de las más efectivas en lo que se refiere a reconciliación con un pasado inmediato y conflictivo.
Las esquinas y los marcos de las ventanas deben dejarse para el final.
1. Better Days – Graham Nash
2. God Is In The House – Nick Cave & The Bad Seeds
3. La Vida Es Un Sueño – Marc Ribot y los Cubanos Postizos
4. Winter – The Dodos
5. Say Yes – Elliott Smith
6. Life’s a Beach – Django Django
7. Rock Bottom Riser – Smog
8. Für Hildergar Von Bingen – Devendra Banhart
9. Milk Thistle – Conor Oberst
10. Sunny Afternoon – The Kinks
Daniel Saldaña París nació en la Ciudad de México en 1984, es escritor y poeta. Autor de la novela En medio de extrañas víctimas (Sexto Piso, 2013) y del libro de poemas La máquina autobiográfica (Bonobos, 2012). Ha sido becario del FONCA en los programas Jóvenes Creadores (2006-2007) y Residencias Artísticas (2012), así como de la Fundación para las Letras Mexicanas (2007-2009). Síguelo en Twitter como @ds_paris